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La historia de Halloween: del fuego celta a las calabazas sonrientes

  • Foto del escritor: Catherine Gargurevich
    Catherine Gargurevich
  • hace 6 horas
  • 3 Min. de lectura

Cada 31 de octubre, millones de personas en el mundo se disfrazan, decoran sus casas con calabazas y fantasmas, y salen en busca de dulces o sustos. Pero ¿cómo una antigua celebración celta se convirtió en una de las fiestas más populares del planeta? La historia de Halloween es una mezcla fascinante de mitología, religión y cultura popular.


Los orígenes: Samhain, el fin del verano

Todo comenzó hace más de dos mil años con los pueblos celtas de Irlanda, Escocia y parte de Francia. Ellos celebraban Samhain (pronunciado “sau-in”), una festividad que marcaba el final de la cosecha y el comienzo del invierno. Era un momento de cambio y, por tanto, un tiempo en el que —creían— el mundo de los vivos y el de los muertos se mezclaban.


Durante la noche de Samhain, los druidas encendían grandes hogueras para ahuyentar a los espíritus malignos y rendir homenaje a sus ancestros. Se usaban máscaras o pieles de animales para confundirse con los fantasmas que vagaban. Esa costumbre sería, siglos después, la semilla de los disfraces de Halloween.


Celebración de halloween

La cristianización de la fiesta: de Samhain al Día de Todos los Santos

Con la expansión del cristianismo, muchas celebraciones paganas fueron adaptadas. En el siglo VIII, el papa Gregorio III trasladó la festividad de Todos los Santos al 1 de noviembre, creando así una conexión con Samhain. La víspera, el 31 de octubre, pasó a llamarse All Hallows’ Eve (la víspera de Todos los Santos), que con el tiempo se acortó a Halloween.


A lo largo de los siglos, la Iglesia intentó borrar los elementos paganos, pero la gente conservó muchas costumbres ancestrales, mezclando oraciones por los difuntos con rituales de cosecha y supersticiones.


El viaje a América: inmigrantes y calabazas

Halloween cruzó el Atlántico en el siglo XIX gracias a los inmigrantes irlandeses y escoceses que llegaron a Estados Unidos. Llevaron consigo sus leyendas, como la del astuto Jack O’Lantern, condenado a vagar con una linterna hecha de nabo. En América, el nabo fue reemplazado por la calabaza, más abundante y fácil de tallar. Así nació el ícono más reconocible de la fiesta: la calabaza iluminada con rostro.


Los pueblos comenzaron a organizar celebraciones comunitarias, con bailes, juegos y bromas. Ya en el siglo XX, Halloween se transformó en una festividad familiar y comercial, impulsada por el cine, la televisión y la industria del entretenimiento.


El “truco o trato”: tradición moderna con raíces antiguas

El famoso trick or treat (“dulce o truco”) se popularizó en Estados Unidos en la década de 1930. Sin embargo, su origen puede rastrearse en viejas costumbres europeas como el souling y el guising: los niños iban de casa en casa ofreciendo oraciones por los difuntos o canciones a cambio de comida o monedas.


Esa práctica evolucionó hacia la búsqueda de dulces que hoy conocemos. Con los años, Halloween dejó de ser una noche de superstición para convertirse en un espacio de juego, imaginación y disfraces.


El lado oscuro y la cultura popular

Halloween también sirvió de inspiración para todo un universo de historias de terror. Desde películas clásicas como Halloween (1978) hasta sagas modernas como The Nightmare Before Christmas, la fiesta se convirtió en sinónimo de miedo divertido. La cultura pop la abrazó como una oportunidad para explorar el lado misterioso, creativo y fantástico del ser humano.


En Japón, por ejemplo, Halloween fue adoptado en las últimas décadas, y aunque no existe la costumbre de pedir dulces, los desfiles y disfraces son todo un fenómeno cultural. En Latinoamérica, muchas tradiciones locales como el Día de los Muertos en México o el Día de Todos los Santos en Perú conviven con la influencia global de esta festividad.


Halloween hoy: entre lo antiguo y lo moderno

Hoy Halloween es una mezcla global de mitos celtas, cristianos y comerciales. Para unos, es una noche para disfrazarse y divertirse; para otros, un recordatorio de nuestras raíces espirituales y del vínculo eterno entre los vivos y los muertos.

Más allá de los dulces y las películas de terror, Halloween sigue cumpliendo su función original: celebrar el ciclo de la vida y la muerte, la renovación y el misterio.

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