Desde que tengo memoria, mi hermano mayor ha sido el favorito de mis padres. No es que lo admitan abiertamente, pero sus acciones siempre lo dejan claro. Desde pequeño, él fue el que recibía los mejores regalos, las palabras de aliento y la atención incondicional. Yo, en cambio, fui el segundo plato, el que se hacía a un lado porque "tu hermano necesita más ayuda".
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