Mis primeros recuerdos de mi padre son vagos, como un sueño que se desvanece al despertar. Apenas tenía 4 años, pero hay momentos que quedaron grabados en mi memoria. Recuerdo su risa contagiosa y cómo solía levantarme en el aire, haciéndome girar hasta que ambos nos mareábamos y caíamos riendo al suelo.
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